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HREV ha comenzado un nuevo proceso futro de la reflexión generada al interior del colectivo –y en diálogo con otras colectivas- a partir de la Cartografía de la Desaparición Forzada. Tras mapear la huella indeleble del delito de lesa humanidad de la desaparición forzada, nos parecía que era imprescindible poner la mirada sobre las resistencias a la desmemoria y al relato oficial sobre las consecuencias de la violencia política, social y estatal.

Por eso, “IMBORRABLES: la memoria de las resistencias urbanas en disputa” cartografía los arriesgados esfuerzos de familiares y colectivos atravesados por esas violencias pero va un paso más allá al llevar el mapa a la calle y permitir un viaje a la inversa de la calle al mapa.

En la primera etapa de este proceso se van a situar cincuenta puntos clave para entender cinco procesos de resistencia que han disputado el espacio urbano de la ciudad de Bogotá dispuestos a que la desmemoria o la edulcoración de esa memoria se abra paso.

Así, cada uno de los cinco itinerarios planteados incorporará acciones directas de calle que visibilicen esta disputa y contarán con un código QR desde el que cualquier persona podrá acceder al mapa de IMBORRABLES y conocer la historia de dichas resistencias. Pero, además, en cada itinerario se marca la memoria desde expresiones artísticas que han sido construidas colectivamente con las familias de las víctimas.

El primer itinerario tienen que ver con Álix Fabián Vargas, joven desaparecido forzado y ejecutado extrajudicialmente en el municipio de Onzaga (Santander), dentro de la estrategia del Ejército colombiano conocida como “falsos positivos” y que pasó por el secuestro de miles de jóvenes de estratos bajos para luego ejecutarlos y presentarlos como bajas de guerra. La Jurisdicción Especial de Paz (JEP) ha cifrado en, al menos, 6.402 los casos de ejecuciones extrajudiciales atribuibles a las fuerzas del Estado entre 2002 y 2008, bajo la política de guerra total de Álvaro Uribe Vélez.

La familia de Álix Fabián lucha desde hace 14 años por limpiar el nombre de su hijo, ya que este fue reconfigurado por el Ejército como un delincuente relacionado con los movimientos insurgentes. La disputa en los espacios judiciales se complementa con la lucha en el espacio público por reivindicar el nombre y la historia de un joven cuyo asesinato tuvo profundas consecuencias emocionales y físicas para su entorno familiar.

Ya a finales de marzo de 2002, en alianza con el colectivo Dexpierte y la artista Lucía Vargas, se hizo una intervención en el céntrico barrio de Mártires, en Bogotá, que ha dejado una marca física relacionada con la disputa de la verdad alrededor de los casos de los falsos positivos.

Los siguientes itinerarios tienen que ver con la desaparición forzada y asesinato del líder cívico-popular Carlos Alberto Pedraza (2015), con la desaparición forzada y asesinato de la integrante del M-19 Nydia Erika Bautista (1987), con el asesinato a manos del ESMAD del estudiante Dilian Cruz Medina (2019) y con el caso colectivo de la Universidad Nacional, que señala cómo se estigmatiza a toda una comunidad como “enemigo interno” (el último estudio de Archivos del Buho cifra en al menos 800 desapariciones forzada entre la comunidad estudiantil).

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